Afrontar una situación de cambio como es ir a vivir a otro
país no es fácil para nadie, y menos aún cuando tenemos hijos. Por eso hoy os
voy a contar cómo ha sido mi experiencia, para aquellos padres que os tenéis
que enfrentar a ello, y lo hagáis con el menor miedo posible.
Los primero que os voy a contar, es que en nuestro caso, la decisión de ir al extranjero fue de común acuerdo al ver cómo en nuestro propio país no conseguíamos pegar el arrancón laboralmente hablando, nos sentíamos prisioneros de una crisis económica y el mercado laboral no satisfacía la necesidad de desarrollarnos en lo que nos habíamos formado, y que no tenía sentido con nuestra manera de ser. Por ello, tras un año y medio de preparación para nuestra llegada al nuevo país, papeleo, visitas de trabajo y demás, marcamos en la agenda cuál iba a ser el esperado día. Día clave en nuestras vidas, en que junto con nuestra emancipación y la llegada de nuestro hijo al mundo, cambió nuestra vida.
Como he comentado anteriormente, nuestra mudanza se debe a un impulso que nace de nuestro interior y por ello lo vivimos con alegría, y con esperanza, es por ello que lo afrontamos de manera alegre y con ilusión. En el proceso de cambio teníamos que lidiar muy particularmente con el plano familiar, y preparar a nuestro pequeñín para su nuevo medio. Para ello la primera decisión que tomamos fue aprovechar unos de los viajes de trabajo e ir todos juntos, a conocer el país que nos devolvería la ilusión de crecer. Los críos a la edad de 1-2 años no tienen percepción del espacio y del tiempo tal y como la tenemos los adultos, y pensamos que un cambio de este calibre podría crear cierta inseguridad en nuestro hijo de 2 años. Nosotros, y sus familiares y amigos, le hablábamos de que marcharíamos a vivir a otro país, muy bonito (Brasil), dónde había muchos loros (que a él le encantan), y una escuela de chicos mayores donde iba a conocer profesoras y amiguitos nuevos que le estaban esperando y que tenían ganas de quererle y jugar con él. Pero él no entendía muy bien qué le estábamos contando, se queda tranquilo pero seguramente pensaría: “qué me están contando estos, si yo estoy aquí que no sé ni lo que voy a hacer mañana en la guarde” y nos miraba con cara de : “pues si tu lo dices, me lo creo”. Nuestro hijo, además, era un crío al que los cambios le afectaban mucho, día que le acostabas tarde, día que no dormía bien. Eso por no mencionar su transición de estar en casa con su Memé y comenzar a ir a la guarde, que fue infernal para él y para sus profesoras. Así que decidimos que lo mejor en ese momento era sacrificar unos euros más e volar todos juntos a Brasil a conocer nuestra nueva ciudad de acogida, aprovechando que Axel Foley tenía reuniones de trabajo y que a su vez teníamos que dejar elegido un piso donde vivir. El viaje fue maravilloso, el niño lo vivió con mucha intensidad y una ilusión que no imaginábamos. Aprovechamos para conocer el nuevo colegio en el que le habíamos matriculado, cogimos piso, e hicimos escala en Rio de Janeiro, lo que remató el viaje para alegría de todos. Por tanto, el viaje no sólo sirvió para conocer el nuevo medio en el que nos tendríamos que desenvolver, si no que además fue una experiencia super intensa a todos los niveles. En aquel momento aprovechamos para tirar unas cuantas fotos de la que sería su clase el próximos curso, y que luego le enseñaríamos una y otra vez a la vuelta del viaje.
Entiendo que no todo el mundo tiene la oportunidad de viajar previamente al nuevo lugar de residencia, pero tenemos otras alternativas que ofrecer a nuestros pequeños, como son:
·
Realizar un colage conjuntamente en el
que coloquemos fotos de nuestra nueva ciudad, barrio, escuela, etc…
·
Realizar un libro en el que el personaje
principal sea un niño, o un personaje inventado como una familia de animales,
que se muda de ciudad y que encuentra un montón de sensaciones nuevas que va a
vivir (de las sensaciones y los sentimientos os hablaré más adelante).
·
Si no tenemos tiempo ni ganas de hacer nuestro
propio libro, en su momento encontré algún cuento dedicado a esta
temática, y que os puede ayudar los meses previos a la mudanza:
- 999 hermanas ranas se mudan de charca, por Ken Kimura, Bárbara Fiore editora. ISBN: 9788493750602. Alrededor de 14€
- Perla se muda de casa, por Sharon Harmer y abbey Irvine, editorial Elfos. ISBN: 9788484231363. Alrededor de 12€
- Nos mudamos de casa (primeras experiencias), por VV.AA., editorial Usborne. ISBN: 9781409502098. Alrededor de 4€
Ahora toca el turno de los sentimientos. Algo muy
importante que yo intenté trabajar con esmero y sigo haciéndolo: es hablarle a
niño de que sus amigos y su familia van a estar siempre con él, que hablaremos
por videoconferencia y por teléfono y que cuando volvamos de vacaciones van a
estar esperándole para jugar como lo ha hecho siempre. Me parece super
importante ayudarle a digerir los sentimientos a los que se va enfrentar,
sentir pena, miedo, e ilusión, todo junto en un mismo pack es normal. Es algo
que a muchos adultos no nos han enseñado a expresar. Por ello traté de que
nuestro hijo comprendiera qué es lo que siente en cada momento, en cada lloro y en
cada alegría. Y esto es algo que me emociona mucho, porque veo que es algo
fundamental a trabajar en la vida de las personas. No hemos de esperar a que
lleguen momentos cruciales en la vida para tratar de comprender lo que
sentimos. Porque la vida en sí, ya es suficientemente compleja para tener muy
en cuenta la educación emocional con nuestros hijos y con nosotros mismos. Será
el mejor regalo que les podamos brindar.
Una vez que fuimos allanando el terreno y que la fecha se acercó, nos tocó el turno de recoger. La casa quedó vacía, y toda nuestra por llenar.
P.D: Lo de los loros fue verdad, y vemos un par de pájaros tropicales desde la ventana casi todas la mañanas cuando amanece.
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