miércoles, 9 de octubre de 2013

Indios y Vaqueros, aquella tierna infancia

Hoy la cosa va de indios y vaqueros, algo que nos evoca claramente a tiempos pasados y que ya parece no estar de moda. Pero claro, no está de moda en la mayoría de hogares, porque en el nuestro sí, sobre todo porque mi marido y mis suegros han recuperado juguetes de los años setenta y ochenta, y han sacado todo para que el Periquín se divierta con el fuerte de Playmobil y la tienda de campaña de los indios. Nosotros es que somos más de los indios que de vaqueros, o de hacer el indio más bien.


Esta era la tienda de Axelfoley


A decir verdad, no he jugado a estas cosas de indios y vaqueros, pero sí a casitas, y es que todos suspirábamos de pequeños por una especie de casita mini, tienda de campaña o lo que fuera, para meternos dentro y jugar a micro mundos de micropersonitas de cinco años, y allí satisfacer nuestros deseos de tener un lugar propio, un lugar donde nos sentíamos libres, y donde gobernaban nuestras normas: "tú pasas y tú no, y haces lo que yo diga" ¿era así o no?, porque era nuestra casita!!



Así nos las gastamos cuando vamos a casa de los abuelos




En mi casa no tuvimos casita, pero sí una hermana mayor que me enseñaba todos los trucos del universo, y ayudaba a construir mis propias casitas de quita y pon. Tan pronto un día estaba hecha en el dormitorio, como en el la entrada de casa, era tremendo. Y es que con una sábana, unos paraguas y una escoba, montábamos unas que pa qué. Y aunque todos suspirábamos por una casita, ese rato de construir la nuestra, la que un día nos quedaba de cine, y otro se nos desmoronaba, ese rato, era inigualable. Por eso, aunque me muero de ganas por comprarle una a mi Periquín, esperaré un tiempo, porque de momento con lo que más disfruta es llamando a quien pase por ahí  y pedirle que le construya una casa, y no sabes cómo disfruta, es increíble hoy en día ver cómo con las cosas más simples se puede ser tan feliz, algo que por supuesto me alegra enormemente y que espero alargar lo máximo posible. 
Periquín no es tan efusivo como este niño del anuncio, pero refleja como él la ilusión de soñar con las cosas más simples: 






1 comentario:

  1. Que razón tienes.La virtud de un niño es poder jugar con una piedra y ver una nave espacial.

    ResponderEliminar